26/06/2024
El desarrollo social, económico y ambiental sostenible, basado en el ser humano, requiere que exista igualdad y equidad entre mujeres y hombres. Para eso será clave identificar las barreras que obstaculizan su participación plena y en pie de igualdad en la gobernanza de los recursos naturales.
La relación de las mujeres y el agua no está exenta de la predominancia de roles estereotipados que limitan su actuación en las múltiples dimensiones del recurso, tanto en su uso y preservación, como en la gestión del mismo, en la operación y distribución en los espacios de decisión y liderazgo.
Muchas mujeres encuentran dificultades para acceder a la titularidad de tierras, lo cual implica un límite no solo para su desarrollo económico, sino también a su participación activa en la gobernanza del recurso hídrico.
Es por ello que la implementación del enfoque de género en la gobernanza del agua es clave para la identificación y posterior eliminación de las brechas sociales, económicas, culturales, educacionales y laborales asociadas a la participación de las mujeres en diversos espacios a los fines de alcanzar un desarrollo verdaderamente sostenible.
Si bien, a nivel internacional, varias declaraciones e instrumentos abordan la temática del rol de las mujeres y su vinculación con el agua, lejos estamos de poder afirmar que exista una acabada recepción por parte de los Estados de los principios allí reconocidos en sus políticas públicas.
La Declaración de Dublín (1992), ya destacaba el rol las mujeres en la provisión, administración y conservación del agua. En el mismo año, la Declaración de Ginebra sobre las Mujeres Rurales contemplaba entre sus objetivos principales la formulación de políticas dirigidas a la mejora de la calidad de vida de las mujeres rurales, que incluyan una mejora de la salud, educación y empleo, y que reduzcan su carga de trabajo doméstico no remunerado, como así también el diseño de políticas públicas y proyectos de desarrollo que involucren al colectivo de mujeres rurales jóvenes de América Latina en el área del manejo de nuevas tecnologías de comunicación e información (TIC), inserción social digital y brecha tecnológica.
La Plataforma de Acción de Beijing (PAB) adoptada en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en septiembre de 1995, resaltaba la importancia del acceso equitativo de las mujeres al agua para asegurar su salud (pár.92), como así también se insta a que sus prioridades sean tenidas en cuenta y se incluyan en los programas de inversión pública para la infraestructura en agua y saneamiento (pár. 167.d). Asimismo, se promueve el reconocimiento de las mujeres indígenas y campesinas en el riego y la ordenación de cuencas hidrográficas (pár. 256.f), entre otros objetivos. Además de todo esto, plasmó, entre otras acciones concretas, la necesidad de que las mujeres fortalecieran sus habilidades, sus conocimientos y sus posibilidades de acceso y apropiación de las TIC.
No obstante, en la mayoría de los países de América Latina y el Caribe las desigualdades de género contribuyen a la falta de equidad e ineficiencia en el sector de los recursos hídricos y los gobiernos no dan muestras acabadas de haber incorporado tales recomendaciones.
La mayoría de los 1200 millones de pobres del mundo, dos tercios de los cuales son mujeres, viven en países con escasez de agua y no tienen acceso a suministros de agua seguros y fiables. Al menos el 70% de las personas muy pobres del mundo viven en zonas rurales (FIDA, 2011) y la mayor parte de estas personas dependen de la agricultura para su sustento (GWA-UNDP, 2006). La conducción de los espacios comunitarios de gestión del agua, es un ámbito de difícil acceso para las mujeres, quienes enfrentan mayores dificultadas debido a que cuentan con menos recursos y mayor carga de trabajo doméstico en los hogares (Cleaver, 1998).
Las mujeres hacen contribuciones esenciales a la economía rural de todos los países en desarrollo como agricultoras, trabajadoras y empresarias. En promedio, representan el 43% de la fuerza laboral agrícola en los países en desarrollo. Las políticas del agua a menudo se basan en visiones generalizadas que carecen de perspectiva de género y conocimiento local (WWAP, 2012). Al no integrar las consideraciones de género en la gestión de los recursos hídricos o en sectores como la agricultura, el abastecimiento urbano de agua, la energía y la industria, persistirán las inequidades de género, impidiendo la adopción de soluciones innovadoras que puedan proponer las mujeres.
Promover el desarrollo sostenible requiere de acciones concretas en materia de gobernanza de los recursos naturales que incorporen criterios y orientaciones en las diferentes políticas sectoriales y articulen sinergias para superar las inequidades que impiden una plena participación e involucramiento de las mujeres para su desarrollo personal y el de la región.
Los escenarios de crisis económicas y políticas, a lo que se suma la crisis de las sequías prolongadas e inundaciones que impactan mayormente en las mujeres y niñas, requieren el diseño de políticas públicas que incluyan a las mujeres en la toma de decisiones, en la gestión y en la preservación del agua, en definitiva, en la gobernanza del agua, para así concretar la planificación de un futuro sostenible e inclusivo.
La institucionalización del enfoque de género
En América Latina y el Caribe, (LAC) la planificación de políticas, en diversas materias y en especial las vinculadas al recurso hídrico, carecen de los marcos teóricos y adecuados diagnósticos con el enfoque de género.
Los niveles de pobreza que afectan a gran parte de la población aumentan las vulnerabilidades que las mujeres enfrentan para acceder a recursos productivos, financiamiento y capacitación científica y tecnológica para participar activamente en los procesos de toma de decisiones sobre gestión del agua.
Al no integrar las consideraciones de género en la gestión de los recursos hídricos -en sectores como la agricultura, abastecimiento urbano de agua, energía e industria- persistirán las inequidades, impidiendo la adopción de soluciones innovadoras que puedan aportar las mujeres (WWAP, 2012).
Involucrar a las mujeres en el diseño e implementación de políticas públicas y en administración del agua contribuirá a alcanzar el desarrollo económico, social y ambiental sostenible. Potenciar económica, social y políticamente a las mujeres, a través de una adecuada capacitación, contribuirá al desarrollo equitativo y sustentable de este sector.
La institucionalización del enfoque de género en la gestión del agua es un proceso insipiente en LAC en general, pero en la Argentina, al menos en lo formal institucional, ya se ha comenzado. La República Argentina, -Estado Federal-, cuenta con una serie de principios de Política Hídrica (PRPH) acordados en el año 2002 por todas las provincias que la componen. Los PRPH tienen por objetivo brindar lineamientos que permitan integrar aspectos técnicos, sociales, económicos, legales, institucionales y ambientales del agua en una gestión moderna de los recursos hídricos.
Recién veinte años después, en 2023 a través de la Asamblea Ordinaria del Consejo Hídrico Federal (COHIFE), recogiendo la voluntad consensuada de todas las provincias y de Nación, se acordó incorporar expresamente la Perspectiva de Género en la Gestión Integrada de los Recursos Hídricos (GIRH) aprobando un nuevo Principio Rector de Política Hídrica (PRPH), el número 50.
Perspectiva de Género en GIRH como Principio Rector de la Política Hídrica en Argentina
Asumiendo la toma de conciencia de la sociedad argentina sobre la relevancia de transversalizar la perspectiva de género, y ponderando alcanzar el Objetivo del Desarrollo Sostenible n.º 5 el cual requiere la efectiva incorporación de la perspectiva de género en la GIRH y así institucionalizarla en todos los niveles de gobierno, por Resolución n.º 002/2023 de la Asamblea Ordinaria de COHIFE, de fecha 7 de junio, se aprobó un nuevo PRPH dentro de un capítulo específico que también se crea denominado “Agua y Género”.
Dicho principio, identificado como PRPH 50, dispone: “La transversalización de la política de género en la gestión hídrica debe considerarse en todas las acciones, desde la concepción de los programas y proyectos hasta su materialización y continua evolución”
Es sabido que con declaraciones -como la Plataforma de Acción de Beijing, adoptada por 189 países en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer de 1995-, recomendaciones o aprobación de principios como el que comentamos no alcanza, aunque es un gran paso. Además es indispensable que el contenido de tales principios se traduzca en acciones concretas que los efectivicen, es necesario pasar de las "palabras a la acción" para acortar la brecha de género en la gobernanza del agua, asegurando la igualdad de oportunidades en los espacios de toma de decisión y en la gestión integrada de los recursos hídricos.
Marcela Andino es Doctora en Derecho por la Universidad de Zaragoza, España. Directora del Instituto por la Igual y la Equidad para el Desarrollo Sostenible de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Mendoza, Investigadora de la Universidad del Aconcagua, Docente de grado y posgrado.
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