27/04/2022

América latina y la guerra de Ucrania: la geopolítica del siglo XXI y la eclosión de los mapas binarios

No es “choque de civilizaciones” ni “Oriente vs. Occidente” lo que hace tambalear el escenario internacional, que cruje en sus cimientos: es el desacople entre instituciones y regímenes y realidades emergentes. Y las diversas formas de dominación autocrática que intentan imponerse y representan una amenaza para los valores y principios de la civilización moderna, la democracia y la vigencia de los Derechos Humanos.  El sistema interestatal sobre el que se construyó el orden internacional después de la Segunda Guerra Mundial –representado por las instituciones, organismos y regímenes establecidos por las Naciones Unidas para garantizar la paz y la seguridad internacional, Consejo de Seguridad y poder de veto de las superpotencias incluidos- es preferible a la pax armada o la anarquía internacional de los imperios en pugna y potencias expansionistas que lo precedieron. Sin embargo, esta premisa basal del sistema multilateral contemporáneo ha empezado a tambalear en los últimos años y la invasión de Rusia a Ucrania le ha asestado un nuevo y duro golpe. Se difumina el principio de igualdad jurídica e integridad soberana de los estados consagrado en la Carta de la ONU, y reemergen las potestades auto-arrogadas por las grandes potencias de someter países, territorios y poblaciones, en un mapamundi donde impera la anarquía y el derecho es impuesto por la fuerza.

De manera brutal, la Rusia de Vladimir Putin nos ha devuelto a la geopolítica clásica de las disputas inter-imperiales, pretendiendo que la OTAN y la Unión Europea no son asociaciones libres entre estados soberanos sino parte del “imperio occidental” que amenaza a la “gran Rusia”. Esta intención de reeditar el conflicto Este-Oeste del mundo bipolar de la Guerra Fría invierte la clásica “teoría del corazón continental”, “área pivote” o “isla mundial” desarrollada por el geógrafo y político inglés Halford Mackinder a principios del siglo XX y recogida décadas más tarde por Zbigniew Brzezinski para explicar “el gran tablero mundial” en el que se reconfiguró el escenario internacional de la segunda posguerra. En 1919, Mackinder lo resumió con una frase que modeló la matriz de la geopolítica del siglo pasado: “Quien domina la Europa oriental domina el Heartland o corazón terrestre; quien domina el Heartland domina el ‘mundo-isla’; quien domina el ‘mundo-isla’ controla el mundo”. Esa vasta parte del mundo -Eurasia- se correspondía con la ocupada por el Imperio ruso, luego la URSS, desde el Volga al Yangstsé y desde el Himalaya hasta el Ártico. De la Pax Británica del siglo XIX a las guerras mundiales y la “pax americana” que le sucedieron en el siglo XX, nos reencontramos ahora con aquel mapamundi de Mackinder y Brzezinski adoptado como doctrina de Estado por la Rusia de Vladimir Putin. “La posguerra fría ha terminado para siempre, estamos en una confrontación a todo campo con Occidente”, escribió Dimitri Suslov, consejero del Kremlin. En esa visión neo-imperial, Ucrania es concebida como parte integrante de esa Gran Rusia, ignorando su condición de estado soberano en una guerra de agresión que se perpetró además con alegaciones etno-territoriales que llevan consigo ominosas implicancias genocidas. Se produce así una suerte de transferencia, de un siglo a otro, de la visión geopolítica occidental sobre Oriente, dominante durante el siglo XX, a otra en este siglo XXI que desafía el orden mundial de la segunda pos-guerra, la paz y la seguridad internacionales, y la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Pero también, lo que queda expuesto es la limitación de los mapas cognitivos binarios que nos acostumbraron a ver los conflictos mundiales como una confrontación entre Oriente y Occidente para explicar la transición sistémica que estamos viviendo y movernos en ella.  Como señala Giacomo Marramao,  “para entender las razones de esta inestabilidad cada vez más intensa a escala planetaria, sólo hay un camino: tomar nota del carácter inservible de los viejos mapas del Estado, de la economía y de la sociedad. Hay que construir nuevos mapas capaces de orientarnos en la lógica aparentemente indescifrable que rige el juego de las alianzas y los conflictos, desbaratando las jerarquías de influencia entre los distintos actores de la escena planetaria: élites políticas, poderes financieros, chantajes geopolíticos acerca de fuentes de energía, movimientos nuevos”( https://www.clarin.com/opinion/nuevo-mapa-mundo_0_g0ly9JbjU6.html). La guerra en Ucrania se inscribe en esta representación epocal en la que se reflejan encrucijadas y batallas que se viven en cada sociedad y dentro de cada país, en un mundo todavía lastrado por el impacto de la pandemia del Covid/-19: estados-nacionales crujiendo en sus cimientos, con archipiélagos de realidades sociales diversas en su interior. No es choque de civilizaciones ni Oriente versus Occidente: es el desacople entre las instituciones y regímenes internacionales establecidas y las realidades emergentes. Y las diversas formas de dominación autocrática, vigilancia y sumisión que intentan imponerse, tanto en Oriente como en Occidente, que representan una amenaza para los valores y principios de la civilización moderna, la democracia y la vigencia de los Derechos Humanos, sea en nombre de la patria o de los imperativos de la geopolítica global.  América latina, que ha padecido durante el siglo veinte la condición de ser escenario de disputa, solapada o abierta, entre las grandes potencias, ha sido también fuente de inspiración, propulsora y actor fundamental en los organismos internacionales, las instituciones que conforman el sistema multilateral y el Derecho Humanitario.

En la encrucijada actual, cada país latinoamericano se debate nuevamente en un dilema de difícil resolución: evitar un involucramiento impuesto por los “jugadores mayores”, sabiendo al mismo tiempo que no puede permanecer al margen de un conflicto que tiene alcance global por sus múltiples impactos y consecuencias, directas e indirectas, sobre la vida de los pueblos a escala local, nacional y regional.


Fabián Bosoer es politólogo y periodista. Master en Relaciones Internacionales. Docente e investigador en la UNTREF/IDEIA, editor jefe de la sección Opinión de Clarín. Autor, entre otros libros, de Generales y Embajadores (Ediciones B, 2005), Malvinas, capítulo final (Capital Intelectual, 2007), Braden o Perón, la historia oculta (El Ateneo, 2012).

otras entradas