10/06/2022

EL COOPERATIVISMO EN EL MUNDO

“Las cooperativas son el único modelo empresarial en el mundo que dispone de unos principios acordados de manera global, establecidos a partir de un conjunto de valores éticos compartidos”, escribió Bruno Roelants, dirigente cooperativista. Estas bases comunes, terminan siendo el procedimiento que deben cumplir las cooperativas para alcanzar los objetivos económicos, sociales y culturales.

Es decir que, en las cooperativas, son tan importantes los fines como los medios empleados para alcanzarlos. Precisamente estas bases comunes, para todas las cooperativas del mundo, hizo posible que las mismas se agrupen en lo que constituyó La Alianza Cooperativa Internacional (A.C.I.), creada en 1.895. Así es que, actualmente, las cooperativas y sus confederaciones de más de 100 países están adheridas a esa entidad internacional, representando a muchas personas y a mucho capital. En la propia página web de la ACI dice que más del 12% de la humanidad forma parte de alguna de las 3 millones de cooperativas existentes y que las 300 Cooperativas (y mutuales) más grandes del mundo alcanzaron, en 2020, una facturación total de 2 billones 146 mil millones de dólares, según el  “World Cooperative Monitor” y “proporcionan puestos de trabajo u oportunidades laborales a 280 millones de personas en todo el mundo, es decir,  el 10% de la población ocupada mundial”.

Conducir la ACI, entidad que cobija, en términos numéricos lo que se describió anteriormente, es importante, aunque por supuesto que ello no implica tener la facultad de tomar decisiones vinculantes a todas las cooperativas, pero si, que quien conduce influye, aunque no decide, el rumbo y las orientaciones principales hacia las cooperativas. Éstas las tienen en cuenta a manera de guía y de orientación. Además, la conducción de esta entidad no es de tipo presidencialista sino que es colegiada y democrática donde cada representante tiene un voto. Ese grupo colegiado es representativo del conjunto de cooperativas de los diferentes continentes. De todos modos, quien preside la ACI es el que la representa y es el que puede poner la impronta del espacio que de donde proviene, sin romper la necesaria armonía, ni contradecir el pensamiento del conjunto. La estructura de la ACI se divide en 4 regiones: África, América, Asia Pacífico y Europa.

El 20 de junio de este año, en pocos días más, en la ciudad de Sevilla la ACI se reunirá en Asamblea para la elección de su próximo presidente por 4 años. Los candidatos son tres en representación de las regiones de América, África, Asia - Pacifico y Europa. Ellos son:

Ariel Guarco, argentino, que se presenta a su reelección habiendo conducido estos últimos 4 años atravesados por la pandemia. Su cooperativa de base que preside distribuye electricidad a una ciudad (C. Pringles en la provincia de Buenos Aires), preside la Confederación de Cooperativas de la Argentina e integra, en representación del cooperativismo, el directorio del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social de la Argentina. (Es egresado del Curso de posgrado en economía social de la Untref Virtual).

Melina Morrison. De Australia, correspondiente a la región de Asia - Pacifico, que agrupa países muy disimiles en el desarrollo económico-social de las Cooperativas. Es directora ejecutiva de la máxima organización de Cooperativas de Australia. Trabajó para el acceso a la financiación de capital para las cooperativas logrando que en Australia las cooperativas y mutuales puedan obtener capital sin desnaturalizarse, aspecto muy debatido y controvertido en otras partes del mundo. Participó durante varios años como colaboradora de la ACI en el 'Plan para una Década Cooperativa'.

Jean-Louis Bancel. Francés. Presidente de la fundación Credit Coopératif. Ex funcionario del Ministerio de Economía y Finanzas de Francia. Director general de la federación francesa de mutuales de salud. Presidente de la Asociación Bancaria Cooperativa e integra, actualmente, la Junta Directiva de la ACI.

Como en todas las estructuras internacionales, una elección de esta naturaleza no es menor, máxime cuando el “código de comunicación” es común a todas ya que está basado en los mismos principios y ese es el marco dentro del cual deben moverse. Lo que está en juego es cual es la nueva impronta que vendrá dada por la representatividad de quien conduce ya sea en cuanto a sus conocimientos que trae desde su base, a sus fundadas preferencias y qué es lo que está en condiciones de proponer para debatir dentro del máximo organismo del cooperativismo a nivel mundial.

En ese sentido quienes provienen de países desarrollados, la influencia local les viene dada, en general, por el nivel de inserción que tiene el cooperativismo en esos países y su estrecha conexión con el capitalismo. Esto ocurre principalmente en Europa que, no nos olvidemos fue la cuna del nacimiento de las cooperativas y de sus primeras teorías. El planteo de esta parte del mundo se acerca mucho a que el cooperativismo, desde un lugar práctico y por la conexión que tiene, actúa como un complemento del capitalismo. No hay rupturas porque en los países europeos el nivel de necesidades primarias en mucho menor que en los países de América Latina. Por lo tanto, las cooperativas incipientes no son marginales económicamente hablando como lo son en los países pobres.

Para abonar este razonamiento veamos qué ocurre dentro del propio cooperativismo. La cooperación entre las cooperativas, que es uno de los principios comunes, es muy limitada y tiende a ser muy pequeña entre las grandes cooperativas hacia las que tienen necesidades primarias y menos aún existe la cooperación solidaria entre las grandes cooperativas de los países desarrollados con las pequeñas cooperativas de los países más pobres. Lo mismo sucede con la investigación donde se esperaría que quienes pueden, transfieran tecnologías posibles hacia las cooperativas más pobres. Hay que decir que esa estrategia no existe.

En América latina el cooperativismo está creciendo dentro de los espacios de crisis que son donde existe desocupación. Por lo tanto, todas esas cooperativas nacen pobres porque se asocian personas sin capital, aunque tengan conocimientos para desarrollarlas y mercado para colocar sus productos. No apareció en la ACI un fondo propio creado por las cooperativas que pueden hacerlo, destinado a las cooperativas que nacen “pobres” y que tienen futuro dentro de los países pobres o en crisis. Además, desde un lugar ideológico, en América Latina se visualiza al Cooperativismo dentro de la Economía Social; donde trata de generar un subsistema económico propio que no es un proyecto complementario o alternativo al capitalismo sino que es un proyecto alterativo del capitalismo. Si las cooperativas son asociaciones de personas y cada persona tiene un voto y las empresas de capital son asociaciones de capitales donde los votos van en proporción a la tenencia del capital, con esa sola diferencia (y hay otras), ya estaríamos construyendo un subsistema cuyo funcionamiento está basado en revalorar a las personas como tales y no por la tenencia del capital.

América Latina tiene un desarrollo práctico y teórico del cooperativismo y de la economía social importante y su búsqueda va tanto hacia la construcción de grandes cooperativas, que seguirán siendo de conducción democrática, como hacia la solución de la problemática de base de sus sociedades donde se encuentra el desarrollo de la Economía Popular, que son emprendimientos de carácter personal o familiar, de escaso volumen económico y casi de subsistencia. Y es ahí donde tiene que confluir el cooperativismo para armar estructuras pequeñas solidarias que se vayan integrándose a la economía Social y cooperativa. Ese modelo solo puede pensarse y desarrollarse en los países que tienen un alto índice de economía informal e individual por cuenta propia.

Por eso la próxima conducción de la ACI puede tener una representatividad con orientaciones diferentes. La de los países desarrollados y la de América Latina que debe mirar y partir desde abajo hacia arriba. Si esto se logra por supuesto que cabe después desarrollar una gestión acorde al mandato recibido, es decir intentar influir en el movimiento cooperativo mundial con la aplicación práctica y efectiva del principio de la cooperación a nivel internacional.

De esa manera se agrandará la base social de las cooperativas en todo el mundo y habrá más personas cooperativistas que podrán influir en decisiones políticas dentro de sus respectivos grupos países.

Jorge Bragulat es Dr. en Ciencias Económicas. Director de la Maestría Virtual en Economía Social, Comunitaria y Solidaria y Director de la Diplomatura en Economía Social y Clubes en la UNFREF – Universidade Nacional de Tres de Febrero. Ex Rector de la Universidad Nacional de La Pampa, ex profesor de la UBA, ex profesor de la Universidad de Barcelona – España.

 

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