24/08/2021
El retorno del régimen Talibán el 15 de agosto reaviva la centralidad de diferentes actores regionales, principalmente Pakistán. Todos coinciden en la necesidad de un Afganistán estable, que solo puede conseguirse a través de un consenso regional y un acuerdo con el Talibán. Afganistán supone un escenario en el que pueden cooperar en la obtención de objetivos comunes Estados enfrentados en otros contextos como Estados Unidos, Irán o Rusia[i].
Pakistán ofició de mediador en las conversaciones entre el Talibán y Estados Unidos en Qatar desde que comenzaron, en 2018. No obstante, su actitud ante el conflicto afgano ha sido contradictoria dada la cercanía cultural con Afganistán, el hecho de compartir la frontera más larga con ese país[ii], la necesidad de garantizar profundidad estratégica frente a India, las disputas intestinas entre islamistas y reformistas, la pugna entre el poder ejecutivo y las Fuerzas Armadas, y los Servicios de Inteligencia para definir su estrategia de seguridad. Estos factores han llevado a Islamabad a apoyar simultáneamente al Gobierno de Kabul y sus aliados, sirviendo como ruta principal de suministro para la ISAF, a la vez que se constituyó en sede de la cúpula insurgente, y asumió un rol preponderante en el nacimiento del Talibán, su consolidación en el poder entre 1996 y 2001, y su posterior reagrupamiento.
India también es una excepción en el sentido de no haber establecido contactos con el Talibán, debido a su estrecha relación con el Gobierno afgano[iii]. Siempre ha buscado en Afganistán un aliado que permita amenazar a Pakistán desde su retaguardia[iv]. La superioridad militar y económica de la India, combinada con los problemas fronterizos no resueltos en la región de Cachemira y la línea Durand, mantienen a Pakistán en un estado de alerta. El nuevo escenario exige que ambos Estados se replanteen sus políticas de enfrentamiento tradicionales.
Las intervenciones militares en Afganistán en los últimos 20 años trajeron inestabilidad a la región: Pakistán perdió 70.000 vidas como consecuencia de los ataques terroristas, tan sólo en 2020 fueron perpetrados más de 800 asaltos desde Afganistán. Además, recibió más de 3 millones de refugiados en los últimos 14 años[v]; podría decirse que Pakistán también es una víctima del conflicto.
La posición de Islamabad desde la Conferencia de Bonn de 2001 es que no hay una solución militar al problema afgano, sólo hay una solución política que debe contener a todas las facciones, incluido el grupo islamista. El tiempo demostró que la salida militar no funciona.
El gobierno pakistaní siempre fue consciente de que, si el Talibán se hiciera con el poder, el resultado podría ser una guerra civil que fomentaría la implicancia de enemigos regionales, como la India. La perspectiva de verse empeñado en una conflagración en su frente occidental es demasiado preocupante como para que Islamabad se plantee cualquier intento de apoyarse en el Talibán para mantener su influencia en Afganistán.
Pakistán mantiene la idea de que en Kabul debería existir un acuerdo consensuado; en consecuencia, distintos líderes de Afganistán han visitado Islamabad en los últimos días[vi]. En mayo de 2020, hubo una firma entre las partes, pero ese compromiso de paz sólo se cumplió parcialmente, porque los signatarios sabían que, de todos modos, los estadounidenses se retirarían en mayo de 2021, aunque el término se aplazó hasta el 31 de agosto. Casi 15 días antes de la fecha establecida, la situación cambió drásticamente, el Talibán retomó el control de Afganistán, y el gobierno democráticamente elegido huyó al extranjero.
El ejército afgano entrenado por las fuerzas estadounidenses tenía una preparación y un equipamiento superior al Talibán -se estima que se invirtieron más de un billón de dólares. Para el gobierno pakistaní, es muy importante que se entienda que los afganos no quieren fuerzas extranjeras, y el resultado es que no hubo resistencia[vii]. La sensación es que Estados Unidos entró en Afganistán para eliminar a Osama bin Laden y sólo ha mantenido sus flancos seguros durante la retirada. El desequilibrio actual puede ya no ser de interés para Washington.
En círculos oficiales de Pakistán se argumenta que el actual Talibán es diferente al que dirigió el mulá Mohammed Omar: ahora son más pragmáticos, porque entendieron la importancia de ganar influencia política, aunque es necesario que el tiempo reafirme dicha conducta. Pakistán espera que el Talibán haya comprendido la preocupación de la comunidad internacional y que protejan los derechos de las minorías, de las mujeres, etc. En el Islam, los derechos de las mujeres son muy importantes, por lo que deben ser preservados cueste lo que cueste. Pakistán es consciente de que existen temores, pero espera que la situación sea diferente esta vez.
Afganistán se encuentra en un estado de seguridad grave, aunque el Talibán avanzó rápidamente, la resistencia del norte habría recuperado el control en la provincia de Baghlan[viii]. Hecho que coincidió con la independencia de Afganistán, el 19 de agosto, ese mismo día se celebró en la provincia de Panshir la primera reunión entre el Talibán y Ahmad Massoud[ix], uno de los líderes del Frente de Resistencia Nacional e hijo del comandante muyahidín Ahmad Shah Massoud[x].
Ahmad se ha unido al exvicepresidente Amrullah Saleh; también se habrían sumado ex miembros de la ANSDF, habitantes del valle de Panshir, y un gran número de desplazados[xi]. Si el Talibán se mantiene en el gobierno impondrán sus leyes, atrayendo una afluencia mayor de desplazados al valle, que podrían unirse a la resistencia. Esta situación podría ser aprovechada por ciertos países, grupos o coaliciones que se benefician de la guerra y necesitan un conflicto.
Otro escenario probable es que Panshir sea asediada por el Talibán y se produzca un gran ataque, dado que está rodeada por el grupo islamista, quien puede cortar las vías de acceso para impedir el suministro de ayuda. Estos factores revelan el desastre humanitario que se está desarrollando, y que tendrá profundas repercusiones en la estabilidad y la paz en Asia meridional y central.
Silvana Lorena Barrios es politóloga, docente e investigadora en temas de Medio Oriente y países árabes e islámicos en la Universidad de Buenos Aires. Forma parte del Grupo de Trabajo sobre Asia del Comité de Asuntos Asiáticos del CARI.
[i] Ruiz Arévalo, J. (mayo, 2021). El proceso de paz afgano. ¿Última oportunidad? Documento Marco 06/2021. Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE).
[ii] La frontera posee una extensión aproximada de 2.600 kilómetros.
[iii] India, durante años ha colaborado en la formación de funcionarios afganos y proporcionando ayuda humanitaria, y ha rechazado al Talibán que considera aliado de Pakistán.
[iv] Ruiz Arévalo, J. (diciembre, 2020). El papel de los actores regionales en el proceso de paz afgano. Número 16 de la Revista Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE).
[v] Bañez, G. (agosto, 2021). “No hay salida militar posible”: la estrategia del embajador de Pakistán que trabajó con Afganistán durante la invasión norteamericana de 2001.
[vi] Ibídem.
[vii] Ibídem.
[viii] La resistencia antitalibana recupera varias áreas en el norte de Afganistán. (agosto, 2021). https://actualidad.rt.com/actualidad/401529-resistencia-antitaliban-recuperar-multiples-areas-afganistan
[ix] Massoud lanzó un llamamiento, instando a la población a unirse a su causa, a la vez que pidió la ayuda de Washington.
[x] Ahmad Shah Massoud combatió a las tropas soviéticas en los años ´80 y luego al Talibán en los ´90. Fue asesinado el 9 de septiembre de 2001 por órdenes del Talibán y Al Qaeda.
[xi] La resistencia muyahidín contra los talibanes ha comenzado. Pero necesitamos ayuda. (agosto, 2021). https://www.washingtonpost.com/es/post-opinion/2021/08/19/afganistan-talibanes-resitencia-muyahidin-regimen-taliban-ayuda-estados-unidos/
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