05/08/2021
En julio la capital de Perú, Lima, se vuelve una ciudad asmática: la humedad llega al 99% y la luminosidad bajo la densa capa de nubes es solo una luz mortecina. En ese escenario se produce, cada cinco años, el cambio de un sistema de gobierno en una democracia representativa que, durante dos siglos, ha solido representar a los grandes intereses económicos. Por eso, la elección y proclamación de Pedro Castillo Terrones como presidente del Bicentenario, levantó una justa esperanza en las regiones postergadas, en los ninguneados de siempre, entre los maestros rurales, ronderos, campesinos y pueblos indígenas, entre las trabajadoras del hogar o entre las obreras agroindustriales. Con su sombrero de paja y su pausado hablar como los hombres y mujeres de la sierra norte desató el nudo de la opresión republicana.
Castillo, 51 años, maestro rural, dueño de una pequeña “chacra” donde cultiva ocas y maíz en Chugur, Cajamarca (una de las zonas más pobres del país a pesar de la inversión minera y del crecimiento económico), protagonizó en el año 2017 una huelga magisterial que logró colocar al sindicato que lideraba, Federación Nacional de Trabajadores de la Educación – FENATE, como alternativa del tradicional Sindicato Único de Trabajadores de la Educación Peruana – SUTEP, el sindicado de maestro liderado por el partido Patria Roja, de afiliación maoísta, que lleva cuarenta años recibiendo el aporte de miles de maestros y maestras. El SUTEP se ha consolidado a partir de la caja de ahorros del sector denominada Derrama Magisterial y hoy lideran una de las librerías más importantes del Perú, Crisol.
La polémica entre sindicatos de izquierda se agudizó en 2004 cuando una facción, SUTEP-CONARE, dirigida por Robert Huaynalaya, tomó la Municipalidad de El Tambo, Junín. Posteriormente, se supo que esta facción está vinculada con remanentes del grupo terrorista Sendero Luminoso. Por cierto, el FENATE está vinculado con un grupo que apoya la amnistía para Abimael Guzmán y otros sentenciados por terrorismo.
¿Eso significa que Pedro Castillo es un marxista-leninista-maoísta cuya afiliación está vinculada con organizaciones terroristas del pasado?
Definitivamente no. Eso es lo que la derecha y la ultra-derecha peruanas intentan levantar como parte de una campaña de desprestigio contra este maestro más pragmático que izquierdista, que militó desde el año 2003 hasta el 2017 en el partido Perú Posible, del ex presidente Alejandro Toledo, y que reza cada mañana antes de tomar desayuno.
LA DERECHA PERUANA SE RECARGA
Los resultados de la segunda vuelta electoral entre Keiko Fujimori y Pedro Castillo se demoraron más de cuarenta días debido a las innumerables acciones de impugnación que los estudios de abogados más prestigiosos de Lima, pusieron en funcionamiento para salvar a la candidata fujimorista. La campaña de la derecha fue como una guerra nuclear: los medios de comunicación, entre ellos el grupo El Comercio y Willax Televisión, fueron totalmente obsecuentes con la candidata; miles de mensajes por WhatsApp azuzaban el miedo al “comunismo” como si nos encontráramos en plena Guerra Fría. Las amas de casa de los barrios de clase media de Lima tenían pánico de que les quiten sus casas, o sus autos, o sus mascotas. La estupidez anticomunista caló hondo y la histeria promovió que empresarios mercantilistas retiren sus divisas. El dólar se disparó y las calles de los barrios mesocráticos se llenaron de movilizaciones con banderas borgoñas con las aspas de San Andrés y manos levantadas a la usanza nazi. El clásico miedo al mito de que “la indiada” se levante y cerque la ciudad se puso en movimiento entre los limeños.
Esta situación de una derecha recargada se vio también en las urnas: dos partidos, además del fujimorista Fuerza Popular, Renovación Popular del empresario Rafael López Aliaga, y Avanza País liderado por el economista Hernando de Soto, hicieron campaña utilizando todos los argumentos en contra del “comunismo” y en pro del statu quo. Los tres partidos suman más del 30% del electorado de la primera vuelta en la que participaron 17 agrupaciones políticas.
Sin duda, treinta años de narrativas neoliberales y de un individualismo exacerbado que niega lo estructural, han calado en la construcción de un “sujeto peruano”. El imaginario concibe que solo puedes salvarte tú mismo y que el pobre es culpable de su pobreza, y aunque parezcan argumentos contra-fácticos, son sentidos comunes en mi país. El sujeto peruano es percibido como “emprendedor” ante todo: los mendigos se maquillan en los buses, al ofrecer sus caramelos, como “emprendedores golosinarios”. El taxista que se auto-explota trabajando de sol a sol, 16 horas seguidas, se percibe como un empresario de transporte. Los trabajadores del Estado se encuentran en sistemas laborales —felizmente derogados por el último congreso— sin ningún tipo de derechos ni siquiera de estabilidad, aunque trabajen años de años.
Los obreros y obreras de la agroindustria se movilizaron en diciembre 2020 a lo largo de toda la Carretera Panamericana —con tres jóvenes muertos por la represión policial— para gritar en contra de un régimen de explotación consolidado por una ley de incentivos a la agroexportación con más de 24 años y producto de los intereses de ex ministros fujimoristas. Junto con los dos jóvenes que murieron en noviembre 2020 en las movilizaciones contra el efímero régimen usurpador de Manuel Merino forman parte de una nueva generación que exige cambios. La pandemia y 196 mil muertos por COVID 19, develaron que el afamado sistema, en realidad, solo es una carcasa para la segregación sanitaria, la opresión laboral y la injusticia social.
No obstante, ni todo el racismo destilado por años en alambiques de segregación y desprecio al indígena y al serrano o amazónico pudieron contra la urgencia de la generación del Bicentenario y sus luchas: al grito de “no más pobres en un país rico” le dieron la victoria a un maestro que portaba un lápiz como símbolo político.
LA CRISIS DE LOS TRES DÍAS
Castillo llegó al poder de la mano del Partido Perú Libre, liderado por un político que ha sido dos veces gobernador de la Región Junín, Vladimir Cerrón, y que hoy está sentenciado por “aprovechamiento del cargo”. Por este motivo, Cerrón fue excluido de la fórmula presidencial de Castillo, quien no es militante del partido sino invitado. Eso ha producido tensiones diversas entre ambos personajes y luchas infraternas al interior de la izquierda peruana. La derecha intentó desacreditar de todas las formas a Castillo a partir de su vínculo con Cerrón —quien ostenta varias denuncias por corrupción y otros delitos— motivo por el cual Castillo llegó a decir que este “no sería ni portero en su gobierno”.
Todo el conglomerado heterogéneo de la izquierda peruana apoyó a Pedro Castillo en la segunda vuelta electoral, incluyendo mi grupo político, el Comité Ana Tallada – Movimiento de Izquierda Peruana. Lamentablemente, debido a la suspicacia del propio Cerrón frente a profesionales de otros espacios políticos —a los que él califica de “caviares”— hubo rencillas e idas y venidas que llegaron a su crisis más extrema durante la juramentación del primer gabinete.
El jueves 29 de julio en la histórica Pampa de la Quinua, Ayacucho, donde Bolívar venció al último bastión del ejército español, Castillo hizo un juramento simbólico y aprovechó para presentar a su premier, el congresista e ingeniero cusqueño Guido Bellido, con una investigación por apología al terrorismo y múltiples y variados comentarios homofóbicos y machistas en sus redes sociales. Diversos sectores han cuestionado la designación porque Bellido no “tiende puentes” sino que abre abismos. Al día siguiente el gabinete juramentaría en el Gran Teatro Nacional a las 8 pm, pero ante las renuncias de varios candidatos a ministros debido a la presencia de Bellido, la juramentación se inició a las 11 pm, excepto las carteras de Economía y Finanzas y Justicia y Derechos Humanos. Tras un comunicado de la Presidencia del Consejo de Ministros reivindicando posiciones a favor de los derechos de todos y todas, el sábado 30 de julio juramentaron Pedro Francke en el Ministerio de Economía y Finanzas y Aníbal Torres, en el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, dos independientes, que deben haber puesto sus condiciones.
Mientras tanto, voces jóvenes de la derecha como la congresista fujimorista Adriana Tudela, hija del ex canciller de la dictadura, han propuesto en TikTok “vacar al presidente Castillo por incapacidad moral”, la espada de Damocles de todo primer mandatario del Perú, y el motivo por el cual durante el año 2020 hubo tres presidentes constitucionales. La crisis política no termina y tanto la derecha liberal como la ultra derecha “bruta y achorada” no le dan cuartel al maestro cajamarquino que deberá gobernar con tanta destreza como firmeza frente un país deteriorado en muchos rubros.
Rocío Silva-Santisteban es activista de derechos humanos, escritora, profesora de las universidades Ruiz de Montoya y de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Actualmente congresista y miembro del Tribunal Internacional de Derechos de la Naturaleza.
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