09/02/2021

Los Estados Unidos entre dos grandes crisis: el capitalismo burbujeante

En el lapso que se extiende desde el final de la Guerra Fría hasta el año previo al desencadenamiento del crack financiero de las hipotecas subprime, el PIB estadounidense, medido en dólares corrientes, creció a un promedio anual de 7,3% (BEA).

Ese período fue calificado como el ciclo dorado de la globalización (1989-2007), en el que la expansión de la demanda se sustentó en el crédito masivo, apoyado en el fuerte incremento de la liquidez vía emisión monetaria y la desregulación de las normas de calificación de riesgo.

La política de ingresos no fue uno de los conductores de la demanda. El mayor nivel de empleo, antes que la suba salarial, fue la fuente de recursos adicionales de los hogares. Por ende, se incubaría lentamente la crisis de insolvencia de las familias y empresas endeudadas.

La burbuja de consumo con deuda explotaría en 2008 arrastrando a la quiebra a numerosas instituciones financieras.

Durante el periodo que sucede a la crisis financiera y hasta la llegada del virus pandémico (2008-2019), el PIB de la primera economía planetaria, medido en dólares corrientes, presenta una evolución promedio anual del 3,5% (BEA), es decir, la mitad del ciclo anterior, agregándose un fuerte deterioro del ingreso medio de los trabajadores.

La presidencia de Barack Obama (2009-2017) se encaminó a resolver la crisis por la vía de una política monetaria expansiva, los medios de pago disponibles aumentaron en su gobierno un 38%, equivalente a 2,1 billones de dólares (FED).

Los programas monetarios Quantitative Easy (facilidades cuantitativas) 1, 2 y 3 destinaron 3,5 billones de dólares a la compra de activos financieros depreciados y elevaron significativamente su cotización como medio de salvar a empresas e instituciones financieras.

La salida de la crisis consistió en promover una paulatina licuación de deudas mediante un descenso pronunciado de la tasa de interés de los Federal Funds (fondos federales) sostenida en rangos de 0,00-0,25% a lo largo de la administración demócrata.

Este esquema desembocó en una fuerte revalorización de los títulos y valores privados por encima del desempeño de la economía real, siendo la expectativa de las autoridades de la FED que el efecto riqueza y la abundancia de medios de pago impactara favorablemente en el consumo y la inversión. El cuadro cuantifica el desvinculo entre la economía real y las cotizaciones bursátiles de las acciones de las principales empresas estadounidenses:

Evolución comparada del PIB de EEUU con los principales índices bursátiles

Año

PIB-billones u$s corrientes

Dow Jones 30 (industria)

Nasdaq-100 (tecnología)

2008

$14,7

8516

1185

2019

$21,4

28645

8771

2020

$21,2

30606

12711

variación 2008-2019

45,6%

236,4%

640,2%

evolución promedio annual 2008-2019

3,5%

11,7%

19,9%

variación 2019-2020

-0,9%

6,8%

44,9%

 

Fuente: elaboración propia sobre datos de: Banco Mundial, US-Bureau of Economic Analysis y Bolsa NY

Promedio Industrial Dow Jones-30: ínsixw elaborado con las 30 principales firmas que cotizan en Bolsa NY

Nasdaq-100: índice elaborado con las 100 firmas de tecnología y comunicaciones que cotizan en la Bolsa NY

Las cifras del PIB 2020 son provisorias.

                                                                                   

Como se observa, en el período 2008-2019 el PIB crece a una tasa promedio anual del 3,5%, en tanto que las cotizaciones de las principales firmas industriales y tecnológicas lo hacen a una media del 11,7% y 19,9%.

Este efecto fue calificado por el experto en finanzas globales German Fermo como reflación, sosteniendo con optimismo que durará en tanto el dólar no se deprecie frente a otras monedas de reserva internacional, como el euro, la libra, el yen y el pujante yuan que pugna por internacionalizarse.

La llegada de Donald Trump a la presidencia (2017-2021) fue un intento rupturista del esquema demócrata, desandando el camino globalizado de Estados Unidos con una política económica que combinaba un fuerte proteccionismo con estímulos fiscales a la inversión, sustentado en el autoabastecimiento energético.

Construyó un consenso político que lo respaldó en la llegada al gobierno y lo acompañó resueltamente en el fallido intento de reelección. Respaldo político constituido por los excluidos de los beneficios de la globalización reconstruida por Obama. Situados geográficamente en el centro del país y contrapuestos a los triunfadores costeros.

Sin embargo, la respuesta de la FED ante la llegada del virus fue reproducir con creces el diseño inaugurado por Bernanke y seguido por Yellen. El actual titular del organismo, Jerome Powell, rápidamente apeló a la emisión monetaria exponencial para enfrentar la recesión provocada por el freno a la actividad que supuso el aislamiento social impuesto por el virus.

A lo largo del 2020 la base monetaria aumentó 1,8 billones de dólares, equivalente a un 52% de expansión, de 3,4 billones a 5,2 billones de dólares (dic19/dic20). A la vez la tasa de interés de los Federal Funds (fondos federales) volvió a situarse en el rango 0,00-0,25%.

El Quantitative Easy 4 ya desembolsó en un año la mitad de los tres anteriores en un lustro.

En el cuadro previo se puede advertir que el efecto reflación de los títulos privados actuó en 2020, presentando los indicadores bursátiles industrial y tecnológico subas interanuales del 6,8% y 44,9% respectivamente, frente a una caída estimada del PIB del -0,9%.

Una burbuja de revaluación de acciones por impulso de la política monetaria mayor aún que la del ciclo precedente.

Los Estados Unidos están afrontando el impacto de la pandemia sobre su economía del mismo modo que lo hicieron ante la crisis financiera subprime hace más de una década: provocando un efecto riqueza nominal sobre el valor de mercado de sus empresas sostenido por la compra de acciones que lleva adelante la FED y procurando que ese impacto positivo se transmita a la economía real acicateando las decisiones de consumo e inversión.

Se espera que el PIB tienda a aumentar por los flujos de consumo e inversión inducidos por la política monetaria que expande el valor nominal de las empresas generando confianza en los agentes económicos y, a la vez, que el dólar depreciado frente al valor de las acciones privadas no lo haga respecto a la cotización otras monedas globales.

Es probable que el presidente recién asumido, Joseph Biden, sostenga el escenario descripto, después de todo fue el vicepresidente de Obama.

 

Roberto Feletti se desempeña como secretario administrativo del Senado de la Provincia de Buenos Aires. Fue Viceministro de Economía de Argentina hasta su elección como diputado nacional en 2011, por el Frente Para la Victoria.

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