12/06/2024

Vocación Europeísta

Los resultados de las elecciones en Europa y, sobre todo la histeria periodística que produjeron, obliga a preguntarse de qué hablamos cuando hablamos de extrema derecha y su supuesta victoria. La presidenta de la Comisión Europa, Úrsula von der Leyen, buscó, en la misma noche del domingo, delimitar el alcance político de los comicios.  Claro que se debe relativizar su afirmación de que "el centro se mantiene" debido a que precisamente es parte implicada en la cuestión. En definitiva, son las palabras de quién se candidateó para ser reelecta como figura político-institucional sobresaliente de la Unión.

Puede parecer una cuestión de matices, pero la respuesta respecto a de qué hablamos cuando hablamos de extrema derecha en Europa lleva a que se diluya de manera clara la excitación que pobló los títulos de los medios de comunicación de todo el mundo. Ocurre que, en líneas generales, la orientación que los europeos decidieron para su parlamento continental demuestra un deslizamiento del centro hacia la derecha, pero se me hace cuento que no estamos asistiendo a una victoria de la versión extrema de esta receta ideológica. Tanto es así, que los números globales hablan de un triunfo del Partido Popular Europeo. Los primeros guarismos señalaban que lograba 186 escaños sobre 720, frente a los 135 de los socialdemócratas.

La ansiedad de los titulares, puede explicarse por la manía simplificadora y de recorte a los que está comprensiblemente obligada la industria de la comunicación periodística. No se trata de una descalificación. Por el contrario, se entiende como una inevitabilidad de la producción noticiosa el hecho de que hayan puesto el foco en los resultados que tuvieron lugar en Alemania y Francia, motores históricos, políticos y económicos del bloque. Y a través de este prisma, es lícito cargar las tintas sobre un hipotético triunfo de la ultraderecha, cuyos representantes se constituyeron en Francia en la fuerza más votada y en Alemania en la segunda, asestándole un golpe igualmente duró a Emmanuel Macrón y a Olaf Scholtz. Uno optó por convocar anticipadamente a elecciones parlamentarias nacionales y el otro no, pero igualmente los une el espanto, ya que ambos tuvieron un domingo con ribetes de crisis política.Sin embargo, Europa es más grande que el eje París-Berlín. 


Hay otro aspecto que cuestiona la afirmación de que las elecciones del domingo hayan efectivamente legado al mundo una Europa de ultraderecha. Se trata de que en su gran mayoría los vencedores no impugnan el europeísmo. Así, lo destaca, Ignacio Molina, analista del Real Instituto Elcano. Y la vocación europeísta es, como mínimo, un gran matiz a la afirmación de que se trate de una victoria de extrema derecha, la cual no suele estar cómoda con este mote. El mismo Molina admite que los comicios muestran un desplazamiento hacia la derecha porque el centro liberal ha caído en votos en favor de la centroderecha. Gana el europeísmo, sí, pero especialmente los más conservadores. Podría decirse que el centro político aguanta, sobrevive, aunque lo haya hecho al precio de girar en sentido contrario, por ejemplo, a la socialdemocracia. He aquí dos conceptos claves para relativizar, si no desmentir, el cacareado triunfo de la extrema derecha: EUROPEÍSMO y CONSERVADORES.

En palabras de Javier Merchán, de la Universidad de Comillas de España, aunque el resultado arrojó una correlación de fuerzas mucho más derechizada el centro proeuropeo continúa siendo el principal animador de la política continental. Da la impresión de que el nudo central del Parlamento Europeo continuará mayormente estelarizado por cristianodemócratas, socialdemócratas y liberales. Los expertos en numerología electoral del Viejo Continente sostenían al cierre del domingo que más de 400 de los 720 europarlamentarios electos pertenecen a ese sector, europeísta convencido. Destacaban sí una merma de la mano de las derrotas liberales, pero le restaban dramatismo en virtud de la buena performance de los cristianodemócratas, con Ursula von der Leyen a la cabeza.

Retomo ahora la idea de que Europa va más allá de las ansiedades políticas alemana y francesa. La derechización tiene una baza importante en Italia con el triunfo de Giorgia Meloni (aunque sobre este particular es necesario aún que corran páginas y páginas de análisis teórico para llegar a establecer cuánto tiene ella de extrema derecha en sangre o si más bien, como creo, se acerca a un modelo político menos rígido y que demostrará su plasticidad a medida que se desarrollen las olas más marketineras que ideológicas). La victoria de la premier Meloni hace su aporte a la hora de poner en entredicho la afirmación tajante de un triunfo de la extrema derecha, ya que resalta el hecho de que La Liga de Mateo Salvini, este sí, antiguo campeón de la ultraderecha italiana, se contrajo en materia de caudal de votos para la Eurocámara.

Europa central, asimismo, tampoco envió las mejores noticias para la contabilidad de extrema derecha en la Cámara de la Unión. En Polonia los cristianodemócratas revalidan el liderazgo nacional que lograron el año pasado. Por su parte el partido del húngaro Viktor Orban, que ha cultivado sus relaciones con Rusia y con formaciones de ultraderecha continental, fue el más votado, pero perdió algunos escaños. En España, el Partido Popular fue el ganador de las elecciones. Se impuso al oficialismo socialista y el sí ultraderechista VOX ocupó la tercera posición, con un módico aumento de dos escaños en relación a los que ya tenía. 

En tanto Portugal enviará por primera vez a la Eurocámara dos diputados de derecha conservadora. En Austria la extrema derecha sí obtuvo una victoria: el FPÖ se convirtió en la principal fuerza política, levemente por encima de los cristianodemócratas. Luxemburgo, por su parte, enviará por primera vez a un diputado populista de derecha a la Eurocámara.

En Europa del Este, los adalides de la extrema derecha quedaron muy por debajo de las previsiones en las elecciones. Tampoco cumplieron con las expectativas las ofertas de este sector de los países bálticos y Bulgaria, y solo triunfaron en Eslovenia y la República Checa partidos aliados con Orbán. En Eslovaquia ganó un partido progresista, que se impuso al del primer ministro nacionalista de derecha Robert Fico. En Rumania el partido nacionalista de extrema derecha obtuvo menos votos de los que se esperaba. Los partidos de izquierda y verdes lograron los mayores avances en Suecia, Finlandia y Dinamarca.

Este breve panorama pone en blanco sobre negro la dificultad severa que implica insistir en una lectura europea de los resultados cuando, en realidad, son más bien de orden nacional. Sumar las elecciones de 27 países tal vez, en este caso, no de una sumatoria homogénea continental.

En resumen: la ansiedad es previsible pero nunca es buena consejera. Europa parece haberse desplazado hacia la derecha, más no hacia su variante extrema y nada indica que haya resignado su vocación integradora y europeísta.

 

Aníbal Jozami es sociólogo, especialista en Relaciones Internacionales. Presidente de la Fundación Foro del Sur.

otras entradas